Costa peruana

Museo De La Inquisición Y Del Congreso – Rememora el pasado oscuro

El santo oficio de la inquisición fue creado para juzgar los actos de herejía que se practicaron en casas, esquinas y calles de la ciudad, contrarias a la santa fe católica. Ingresar al histórico Museo de la Inquisición y del Congreso es remontarse a lo que representó el juicio de la inquisición desde su representación, es más que visitar el escenario en el cual se enfrentaron los inquisidores y herejes, o aquel espacio en el que los cenadores debatieran proyectos y leyes. Testimonios para comprender a una de las instituciones más debatidas de todos los tiempos.

Museo de la inquisición y del congreso
Representación en el Museo de la inquisición y del Congreso

El sólo nombre de la inquisición, seduce nuestra imaginación de manera tal que el museo de la inquisición se creó con la finalidad de recuperar nuestra memoria histórica.

¿Qué puede revelar la investigación? ¿Sería cierto que un hereje muerto sólo era bueno para el diablo?

Durante su existencia, el tribunal de Lima procesó a 1477 personas en 1526 juicios, de los cuales 32 fueron condenados a muerte, la mitad de ellos a la hoguera y el resto al garrote; y según cuentan, quemaban sus cuerpos para purificar sus almas.

Características del Museo de la Inquisición y del congreso

Ubicado al lado de la hoy Plaza Bolívar, donde se encuentra actualmente el Congreso de la República, el museo se yergue solemne desde finales del siglo pasado. De características grecorromanas, conforman su fachada seis gruesas columnas con cimientos de piedra y cal, sobre las columnas el frontón de estilo clásico da unidad al conjunto. En su interior, se conservan manifestaciones arquitectónicas de la época virreinal. Desde entonces, las personas han recorrido sus pasillos y salas para intentar desentrañar los misterios reales y ficticios, a la que algunos califican incluso de poco comprendida.

El museo, contenedor de antiguos ecos, de campanas repicando, póstumos poemas, mezcla de historia y leyenda. Entre pasillos y habitaciones sordas, permiten conocer el congreso y el proceso del tribunal del santo oficio de la inquisición.

En ese mismo local, funcionó el tribunal del santo oficio de 1569 hasta 1820. Durante tres siglos operó la institución. ¿Pero para qué fue creada? ¿Qué leyenda negra guarda este lugar?

Historia del Museo de la Inquisición y del Congreso

El 26 de Julio de 1968, abre sus puertas el Museo de la Inquisición y Del Congreso. Dos instituciones muy importantes que han funcionado en sus mismos ambientes a lo largo de la historia. Posteriormente hacia el siglo XIX, durante la etapa republicana fue sede la Cámara de Senadores.

En 1569 en el siglo XIV, el tribunal del santo oficio de la inquisición fue creada por el rey Felipe II, siendo virrey del Perú, Francisco De Toledo; con la finalidad principal de velar por la pureza de la fe católica, la tranquilidad y el orden público. Indiscutiblemente tuvo un rol protagónico en la sociedad limeña.

Según el tradicionalista Ricardo Palma, se trataba de una época en que la inquisición perseguía la independencia del pensamiento, que ella llamaba herejía.

¿Qué era la herejía? Es por definición el error en materia de fe sostenido con obstinación. ¿Y quiénes eran juzgados por este santo oficio de la inquisición? Eran juzgados los españoles venidos de Europa, los nacidos en Perú, los mestizos y también los esclavos negros, pero de ninguna manera a los indígenas, por ser neófitos (nuevos en la fe cristiana).

Secretos entre sombras acompañaban al condenado en una ceremonia que anunciaban las penas impuestas por el santo oficio, en privado, si la falta era leve. En caso de faltas graves, los autos de fe se cumplían necesariamente en sesión pública.

¿Cómo era llevado el reo a este juicio público? Un auto de fe era la lectura pública de las sentencias impuestas por el tribunal de la inquisición. Era una ceremonia de muchas horas, iniciaba con una misa, había una procesión que partía de la capilla del tribunal hasta la plaza mayor y en la plaza mayor se realizaba la ceremonia principal, se encontraban los estrados y una jaula donde se colocaba al reo para leerle su sentencia.

Sin brújula del tiempo en la sobriedad del museo se puede saber el porqué del primer ajusticiamiento, que personajes fueron quemados vivos, si existieron mujeres condenadas a la pena de muerte y quienes eran estas personas.

La primera pena de muerte dictada en Lima fue el 15 de noviembre de 1573, al luterano francés Mateo Salado (Matheus Saladé), acusado de herejía. La inquisición lo arrojó en la hoguera. Este vivía como ermitaño en lo alto de la huaca que lleva su nombre, frente a la plaza de la bandera. Ricardo Palma refiere que este se realizó en la plaza mayor.

Sin posibilidad de defenderse por acusaciones que ni ellos mismos sabían de qué se trataban, estas personas vivían una pesadilla de la que no podían despertar.

El 1 de Julio de 1608 el bachiller Juan Bautista del Castillo, fue el único limeño que llego a ser condenado a la pena de hoguera en toda la historia de este tribunal. Condena que se dio por sus proposiciones contrarias a la fe, mismas que difundió por toda la ciudad.

En 1639 se dio el famoso auto grande de fe, ocasión en donde once personas fueron llevados a la hoguera en la plaza pública de Lima.

La única mujer y la última persona en general que recibió la pena máxima, la condena de muerte en el tribunal de la inquisición en 1736 fue doña María Francisca Ana de Castro, casada, natural de Toledo, de 47 años, por ser judía.

Producto de esta época azarosa surge la leyenda negra, que se refiere a la tergiversación de la verdadera historia de la inquisición.

En 1820 en el Perú, se suprime la inquisición definitivamente.

Salas de exhibición del museo de la inquisición y del congreso

Sala de Audiencias

En la sala de audiencias celebraban los procesos del tribunal del santo oficio, era un tribunal integrado por los inquisidores, entre ellos un notario, un secretario, los llamados ejecutores o verdugos que eran los encargados de hacer cumplir la sentencias en los casos más graves.

Fue también importante en la época republicana, ya que en el siglo XIX el senado lo utilizó como sala de sesiones. A la fecha, conserva aún el magnífico artesonado de madera de estilo barroco, considerado uno de los tesoros artísticos más famosos de América.

Como custodio de aquellos tiempos, se halla también la puerta del secreto. Denominada así, porque comunicaba la sala de audiencias con la cámara del secreto. La cámara del secreto data del siglo XVII, ahí funcionó el archivo del tribunal de la inquisición.

Cámara de los tormentos

En la cámara de los tormentos, los inquisidores sólo autorizaban la tortura, fracasaban las reconvenciones al reo para que confiese. Sin embargo, no debía haber derramamiento de sangre y siempre estaba presente un médico.

Pero, ¿Cuál era la función del inquisidor? Era una de las figuras más autónomas, examinaban y procesaban a quiénes habían incurrido en delito.

Existían tres modalidades de tortura: una denominada la del potro, donde amarraban al reo de las extremidades y luego se daba vuelta a una rueda para estirarlas. Sólo el verdugo podía utilizar los instrumentos de tortura y el tiempo máximo de tormento era de una hora y quince minutos. Otro método de tortura fue el del agua, se le hacía ingerir al reo a fuerza hasta un litro de agua y algunas veces hasta cuatro litros y por último estaba el método de la garrucha, donde eran colgados de una soga, con los brazos atrás y elevados. Y como castigo estaban los azotes, podían recibir de cincuenta a doscientos como máximo.

Lima fue un escenario propicio para la dualidad, arriba la ciudad virreinal del siglo XVII con la algarabía de sus actividades, mercado, celebraciones de todo acontecimiento importante, entre ellos el santo oficio de la inquisición. Abajo entre la oscuridad, el silencio y el miedo debieron haber coexistido los calabozos de estrechas escaleras, tenue luz, humedad, paredes toscas, con los reos procesados por la inquisición.

La historia es mucho más sorprendente de lo que se puede imaginar, en el museo se juntan dos instituciones, el tribunal del santo oficio de la inquisición, sinónimo de la intolerancia total y el congreso, sinónimo de diálogo y debate.

Salas del museo del congreso

Las salas del museo del congreso están dispuestas para ofrecer un fácil y ágil recorrido que lleva a los símbolos patrios, un lugar vital de larga historia donde aún se perciben los misterios de los sueños de San Martín y la mística patriótica.

El 20 de septiembre de 1822, los primeros parlamentarios se rindieron en palacio de gobierno, en ese instante una salva de veintidós cañonazos resonó en la plaza mayor, repetido en el Callao, en los buques de la armada y en la ciudad se produjo un repique general de campanas.

La recreación del despacho de un congresista ilustre como Raúl Porras Barrenechea, muebles que fueron utilizados en el congreso de la república, algunos curules (lugar que se le asignaba a un congresista), impávidos muestran su historia. No muy distante la sala Grau, rinde homenaje al héroe de los mares Don Miguel Grau Seminario.

Se puede hallar también una especie valora, un cheque por el valor de un sol, entregado de manera simbólica a Víctor Raúl Haya de La Torre.

El inmueble muestra generoso su gran patio Sevillano, llamado así por el decorado de sus azulejos. Forma parte del recorrido turístico del museo y es patrimonio cultural del país y de la humanidad.

El 16 de noviembre de 1878 el presidente Manuel Pardo, primer presidente civil del Perú y presidente del senado, fue baleado en las escaleras del patio Sevillano, caminó por el pasillo y se desplomó. Melchor Montoya fue el autor del disparo, quien fue miembro del pelotón de seguridad del senado y fue condenado a la pena de muerte por fusilamiento.

Jhoan Augusto Sosa Flores

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