Sierra peruana

Machu Picchu – Conoce la destreza e ingenio inca en esta construcción

Sobre la cresta de una remota montaña de los Andes peruanos, en Cusco, yacen los restos de una antigua ciudad, que ha sobrevivido casi 600 años a lluvias torrenciales y aludes de barro. MACHU PICCHU está compuesto por miles de piedras colocadas con gran precisión y con un peso que, en algunos casos, llega a las veinte toneladas. Cada una de estas piedras se ha tallado y transportado utilizando mano de obra y primitivas herramientas.

Ruinas de Machu Picchu en Cusco
Ruinas de Machu Picchu en Cusco

Es el espectacular legado del mayor imperio americano surgido de la ambición de un advenedizo emperador y nació de la guerra y la conquista, es Machu Picchu.

Encaramada a 450 metros sobre el río Urubamba, esta ciudad situada en el cielo contiene todo lo necesario para el día a día, casas, campos, canales de agua, todo con unas impresionantes vistas.

Pero Machu Picchu no era una ciudad cualquiera. Sus terrazas están salpicadas de enigmáticas estructuras, magníficos templos vinculados de algún modo al sol y un gran palacio de piedra que parece haber sido construido por gigantes. Todos ellos proporcionan tentadoras claves de por qué se pondría a alguien a construir algo en un terreno tan imponente.

Historia de Machu Pichu – Centro de Perú – Año 1438

¿Por qué construiría alguien en este emplazamiento imposible?, ¿Qué llevó a los creadores de Machu Picchu a construir una ciudad por encima de las nubes? La respuesta está en la forja de un imperio y la creación de una leyenda.

Los guerreros chancas lanzaron un ataque en masa contra sus vecinos los incas. Con los enemigos apostados a las puertas de su ciudad, el viejo emperador inca huye para ponerse a salvo.

Sin embargo, su hijo se mantiene desafiante. Alentado por una visión que predice su victoria, liderando a los incas a una lucha imposible.

Contra todo pronóstico los incas aplastan a sus invasores y proclaman como héroe a su joven líder a quien confieren un profético nuevo nombre, Pachacútec, que significa el que cambia el rumbo de la tierra.

El nuevo líder no tarda en hacer honor a su título. Tras hacerse con el honor de su padre, se embarca en una campaña para conquistar las naciones vecinas. El poderío militar de Pachacútec no tarda en imponerse.

Durante su vida, allanará el camino para la creación de un imperio que se extenderá a lo largo y ancho del Pacífico sudamericano.

Pachacútec fue el hombre que transformó a los incas de una potencia regional del valle de Cusco, en el mayor imperio jamás visto por el continente americano.

Hoy en día el impero inca se extendería desde Colombia por el norte, hasta Chile y Argentina por el sur; y dispondría de la lealtad de más de diez millones de personas.

Pachacútec ordena una serie de enormes proyectos de construcción que ayudarán a su ejército a controlar este vasto territorio. Pero la ingeniería militar sólo es una parte del gran plan del emperador, Pachacútec también planea una espectacular ciudad para demostrar su poderoso nuevo estatus. 

Función de Machu Pichu

A pesar de haberse construido en lo alto de los Andes a más de 150 km del centro de su imperio, Machu Picchu puede alojar hasta mil personas. Algunos expertos creen que era un refugio para el emperador.

Se cree que Machu Picchu era el palacio de invierno de Pachacútec y que era aquí donde recibía a la corte durante los dos o tres meses del invierno, pero las respuestas están en las creencias espirituales de los incas. Los incas adoraban los rasgos naturales del paisaje y los cielos y los honraban como dioses. Esta diferencia se extendió al emperador Pachacútec.

El imperador inca era un semidiós, era el líder religioso. Se le atribuía un carácter casi divino o completamente divino y se le consideraba el hijo del sol. Esa era su posición formal dentro del imperio inca, por lo que gran parte de su actividad debió de haber sido religiosa.

En Machu Picchu, los investigadores han identificado una combinación única de rasgos naturales que crean un fenómeno religioso conocido como Axis Mundi o centro sagrado. Este lugar es un eje espiritual del cielo, la montaña y los ríos.

Desde Machu Picchu, los puntos cardinales señalan a montañas sagradas y justo encima de la montaña sagrada que domina Machu Picchu, brilla la constelación conocida como la Cruz del Sur, cuya perfecta alineación en otoño señala el inicio de la cosecha.

Machu Picchu está rodeada de rasgos naturales cargados de una gran trascendencia espiritual, lo que lo convierte en un lugar único para que Pachacútec pueda estar en íntima comunión con los dioses y adorarlos.

Ahora que Pachacútec ya ha elegido el emplazamiento de su refugio espiritual, sus ingenieros, simples mortales, deben hacer realidad la visión de su dios emperador.

Enigmas de su construcción

Pero, ¿cómo los incas fueron capaces de mover y trabajar las piedras? El terreno es una cresta de roca fracturada cubierta de selva situada a una altura de 2450 metros. ¿Cómo pudieron los ingenieros de Pachacútec dominar esta ubicación?, ¿cómo extrajeron y movieron toneladas de roca sólo con la ayuda de primitivas herramientas? Y ¿cómo protegieron el lugar de las fuertes lluvias y los terremotos que amenazaban con hacerlo caer sobre el río que fluye a sus pies?

Machu Picchu es un lugar realmente espectacular, pero es esta ubicación la que causará enormes problemas a sus constructores. Esta irregular cresta de granito fracturado y agrietado está rodeada de escarpados precipicios que descienden hasta los bosques que yacen a sus pies.

Cada año, las lluvias torrenciales pueden descargar doscientos centímetros de lluvia en estas laderas; es también una zona de gran actividad sísmica. En minutos los derrumbamientos provocados por estas condiciones podrían llevarse consigo la ciudad.

A medida que empiezan a limpiar el emplazamiento de Machu Picchu, los arquitectos han de idear un modo de asegurar la ciudad en un lugar diseñado para repeler a los humanos.

Terrazas y su función fundamental

Su espectacular solución se encuentra justo en frente de nosotros, cientos de terrazas labradas en las laderas de Machu Picchu. Estas terrazas que ocupan una superficie equivalente a casi una docena de campos de fútbol. Crean un espacio útil en la montaña, a la vez que controlan las escorrentías para evitar la erosión. Los incas utilizaban estos campos para cultivar alimentos y cosechas ceremoniales.

Las paredes de las terrazas proporcionan así mismo un beneficio oculto. De día absorben el calor del sol, de noche las paredes irradian este calor a la tierra y protegen la cosechas. Pero las terrazas desempeñan una función aún más importante, la de reforzar la ladera, que cae con una pendiente de del cincuenta por ciento.

El secreto se encuentra en el diseño de las paredes. Al estar inclinadas unos cinco grados, estos muros apuntan a la ladera presionándola y canalizando su peso hacia el terreno que se encuentra debajo.

Las terrazas jugaron un papel decisivo en la construcción de cientos de estructuras en laderas de montañas. Su éxito ha sido tal, que incluso cuatros siglos y medio después, todavía no ha desaparecido la capa superior del suelo; y estos bancales son más complejos de lo que parece.

Recientes excavaciones han revelado uno de los secretos ocultos de los ingenieros de Pachacútec, el sesenta por ciento de Machu Picchu se encuentra bajo tierra.

Tras nivelar el terreno, quitar la roca y rellenar las grietas, los ingenieros de Pachacútec colocaron con cuidado capas de piedra y tierra. Tras depositar enormes piedras en la parte inferior, fueron colocando piedras cada vez más pequeñas de casi un metro de grosor a medida que se acercaban a la superficie. Entonces añadieron arena, humus y tierra.

Este ingenioso diseño dota a las paredes de unos cimientos sólidos. Las piedras pequeñas en la superficie y más grandes en la parte inferior fuerzan al agua de la lluvia a filtrarse lentamente por estrechas grietas y a dispersarse a lo largo de la terraza, con el fin de ralentizar y regular el flujo de agua y evitar así la erosión de la capa superior.

En la parte inferior de la ladera, en el interior del muro de la terraza, el agua se canaliza hasta uno de los canales de mayor tamaño que drenan el lugar, de tal modo que esta fluya sin peligro hasta el valle situado corriente abajo.

La sofisticación de las terrazas es sólo una pista de la gran capacidad de adaptación de los incas.

¿Como movilizaron las enormes piedras?

Su ambicioso plan requerirá toneladas de piedra; transportar los materiales hasta lo alto de la montaña sin vehículos de ruedas o bestias de carga resultaría casi imposible. Afortunadamente los canteros de Pachacútec tienen la solución allí mismo, hay gigantescas rocas de granito desparramadas por toda la cresta.

Así que, ¿cómo pudieron los incas mover rocas de hasta veinte toneladas desde la cantera al lugar de las obras? El mayor desafío de los incas era su falta de equipamiento sofisticado como grúas o carros. No era una cultura que poseía ruedas, animales de tiro o el tipo de máquinas que hoy daríamos por sentado, utilizan mano de obra para mover las cosas.

Este dibujo que data del siglo XVII ilustra cómo pudieron conseguirlo. Los incas entretejen fibras vegetales y animales en ramales más gruesos, que posteriormente retuercen para obtener sogas resistentes de mayor longitud. Estas sogas permitían a los equipos de obreros de Pachacútec arrastrar enormes piedras.

Sin embargo, este método planteaba un inconveniente incluso en una superficie plana. La fricción creada debajo la roca es enorme y el borde delantero de la roca va recogiendo suciedad, lo que crea una resistencia aún mayor.

Los canteros de Pachacútec debieron encontrar una solución a este problema. En primer lugar, con el fin de aligerar la carga, modelan el granito en la cantera cortando el exceso de roca mediante piedras martillo.

En la cantera de Machu Picchu aún es posible ver donde dejaron literalmente su marca los canteros.

Una vez modelada su colosal piedra, empleaban otro astuto truco para transportarla. Por último es posible que los trabajadores cubrieran el suelo de pequeñas piedras o gravilla, que actuaran a modo de rodamientos, de tal modo que los enormes bloques pudiesen rodar.

Esta enorme losa de granito de Machu Picchu abandonada por los trabajadores incas, nos proporciona una instantánea de cómo se desarrollaba el trabajo.

Estas técnicas eran útiles con piedras pequeñas, pero como apuntan las pruebas recogidas en Egipto y las estatuas de la isla de Pascua, el transporte de piedras de mayor tamaño requería el uso de otras técnicas.

Construir sobre la cresta es como trabajar en el concebido filo de la navaja. No hay suficiente espacio para que decenas de hombres tiren de sogas, especialmente si hay que colocar piedras en el borde del precipicio. Los incas se ven obligados a buscar el modo de reducir el número de trabajadores necesarios para subir y bajar las piedras por las pendientes.

Se estima que utilizaban escaleras como medio de transporte. Esta técnica permite a los incas desplazar piedras por el empinado y escabroso terreno.

Mediante ingeniosas técnicas los incas hallaron el modo de desplazar las piedras por este difícil lugar. Sin embargo, el trabajo dependía de la mano de obra.

Puede que reclutar una plantilla de estas dimensiones presente un panorama desalentador, pero el emperador inca supera sin dificultad este reto y lo hace mediante los impuestos. Los súbditos incas pueden pagar los impuestos que adeudan al imperio mediante el trabajo físico.

Los capataces no tardan en reunir enormes equipos de trabajo. Estos trabajadores civiles tienen enormes ventajas sobre la mano de obra esclava.

El deslizamiento que sirvió de aprendizaje

A pesar del cuidado que ponen, los obreros incas están a punto de descubrir que no hace falta mucho para deshacer el trabajo de semanas. En esta tierra de fuerte lluvias y pendientes inestables, el más mínimo fallo puede hacer que todo acabe derrumbándose ladera abajo.

Al encontrarse encaramada en lo alto de una precaria cresta de montaña, los ingenieros de Machu Picchu se ven inmersos en una batalla constante contra la gravedad. Las terrazas que han construido con tanto cuidado esculpen las laderas sustentando la ciudad y fijándola al paisaje.

Pero en los bancales inferiores el patrón se modifica, algo ha desalineado las paredes de las terrazas, otras han desaparecido bajo un manto de tierra. Más arriba la empinada ladera se ha deshecho de la tierra que la cubría. Aquí se produjo un corrimiento de tierras, la tierra ha cedido a lo largo de una falla natural y ha dañado las terrazas.

Considerado un fenómeno lento pero destructivo, se extiende a lo largo de 140 metros de pendiente de la ladera. Sin embargo, como siempre, los obreros de Pachacútec se adaptan, evalúan la causa, implementan un plan y reparan los daños. Su solución resulta familiar para los ingenieros de hoy en día, pero revolucionaria hace quinientos años.

Los hombres de Pachacútec trazan un canal de drenaje por encima de las terrazas afectadas para redirigir el agua superficial y evitar daños mayores. No pueden permitirse ningún riesgo, si las fuertes lluvias de la región calan los cimientos, el agua podría filtrarse en la subestructura anegada con catastróficos resultados.

Así que, edificio a edificio, pared a pared, los ingenieros salpican el lugar con salidas de drenaje y bajantes, ciento treinta en total. Con fuertes lluvias, estos canales desvían el agua a un gran canal de evacuación que se vacía sin riesgo alguno en la selva.

Construcciones en Machu Pichu

Una vez despejado el terreno y colocados estos sólidos cimientos, los canteros de Pachacútec pueden construir las casas, las plazas y los templos que formaran la ciudad. Como siempre trabajan con la naturaleza, esculpiéndola de tal modo que los edificios fluyen con armonía de la cima de la montaña.

Templos, hogares, áreas de baño y una gran plaza para reuniones y juegos. Aunque los muros de piedra son lo único que queda, hubo una vez en que tejados de paja coronaban estas estructuras protegiéndolas del agua.

Pero eso no es lo único que tenían que soportar, los fuertes vientos podían levantar los tejados en una sola pieza. Así que los techos debieron amarrarse con firmemente a la estructura, ¿pero cómo? Los incas poseen fuerte cuerdas pero poco más, como siempre, la piedra les proporciona la solución. Los salientes del tejado se construyeron y montaron in situ para cada una de las ciento setenta estructuras que forman la sección urbana de Machu Picchu.

¿Cómo encajaron perfectamente las piedras?

Pero las verdaderas piezas de artesanía son las ventanas y las puertas con marcos de roca. Estas particulares formas trapezoidales de las rocas y de los marcos de las ventanas y puertas nos remontan a la cúspide del poderío cultural de los incas.

Cada una ha sido labrada y colocada por canteros altamente cualificados. Estos canteros unían las piedras sin la ayuda del cemento o argamasa y sin embargo, está la firmeza de las vigas que hoy deslumbran a los arquitectos modernos. Obtener esta calidad sin herramientas de hierro parece un reto imposible, aun así las piedras trabajadas encajan con precisión.

Los investigadores han hallado pistas vitales sobre la técnica de los incas en estos enormes bloques de granito sin acabar de Machu Picchu. Las suaves marcas de la superficie, indican el uso de piedras más pequeñas llamadas piedras martillo para modelar la roca.

Los canteros incas golpeaban la superficie del granito con estas piedras redondas obtenidas de los lechos de ríos, hasta obtener una superficie lisa cubierta de polvo. Mediante el uso de piedras martillo, cada vez más pequeñas, trabajan con mayor precisión hasta que las superficies de contacto superior e inferior encajan a la perfección. Este método crea un rasgo único en la arquitectura inca.

¿Cómo consiguieron los incas que estas piedras de forma irregular encajaran con tal perfección? De nuevo, las propias piedras proporcionan las claves. Estas paredes se han asentado ligeramente y han separado las piedras.

Cada roca tiene una cara cóncava y otra convexa, lo que permite una unión precisa. Todas las piedras de este lugar, grandes y pequeñas, encajan a la perfección siguiendo este patrón. Parecen haber sido creadas mediante el mismo método de ajuste, extracción y reajuste, independientemente de su tamaño.

Se cree que la técnica que utilizaron los incas fue del trazado. Una técnica utilizada a veces por los constructores de cabañas para hacer encajar los troncos con superficies irregulares.

En Machu Picchu, los canteros transferían la forma de una piedra a la otra mediante un transportador, con el fin de proyectar el borde de una superficie, marcarlo y darle forma para que encajara con la piedra contigua.

Los obreros colocaron fila tras fila de piedras encajadas entre sí con gran precisión en una alineación casi perfecta.

Así mismo, los canteros de Pachacútec alternaron con esmero las piedras colocándolas en vertical y horizontal para distribuir la carga de manera uniforme por todo el templo.

En lo alto del edificio, la perfecta alineación de estos enormes bloques elegantemente colocados parece desafiar la gravedad.

Estas extrañas proyecciones de piedra proporcionan la clave de su construcción. Para acceder a la parte superior e inferior de las rocas, utilizaron un sistema de palancas, así es como funciona. Los canteros esculpen en una hendidura en uno de los lados del bloque de granito, los obreros utilizan un poste de madera para levantar el bloque haciendo palanca y permitir a los trazadores dar forma a los lados superior e inferior de los bloques, mediante piedras martillo. De este modo, las dos piedras encajan perfectamente.

Templo del Sol – Un observatorio Solar

Los cuidadosos esfuerzos de los canteros de Pachacútec, resultan evidentes en todas las elegantes estructuras de Machu Picchu. En lo alto de una escalinata y frente a un palacio, se encuentra la joya de la corona de la ciudad, un edificio con una forma única. Esta estructura en concreto parece haber recibido una atención especial, sus paredes resultan especialmente inusuales, siguen la curva del lecho de roca hasta crear un semicírculo. Este es el centro de la estructura. Una plataforma de piedra tallada, orientada para jugar con la luz de modos misteriosos.

¿Cuál era su función? Esta estructura se alinea a la perfección con la ventana al alba durante el solsticio de invierno. El templo fue un observatorio solar; es el templo del sol. Sin embargo, este edificio tiene una oscura parte inferior con desconcertantes claves que contribuyen a hacer perdurar el misterio.

Y abajo del templo del sol de Machu Picchu yace esta misteriosa subestructura. Los constructores han integrado todo el edificio casi a la perfección en una colosal roca de granito, una gigantesca piedra que hace las veces de cimientos del templo. Es un ejemplo excelente del carácter armonioso de la arquitectura inca, de cómo en lugar de allanar una parcela de terreno y plantar un  edificio, construyeron en torno al paisaje, convirtiéndolo en parte de la arquitectura.

Pero ahí no acaba todo, en su interior oculta un tercer elemento, un pequeño altar en honor (según algunos) de Pachamama, la madre tierra. Puede verse que extrajeron un enorme bloque de piedra de la parte delantera. Aquí lo canteros de Pachacútec aprovechan esta cueva natural, la amplían y la adornan con hornacinas labradas a mano. Tallan una especie de escalones en la piedra natural y una extraordinaria incrustación con forma de reloj de arena; hacen las uniones cuadradas en lugar de redondas siguiendo el clásico estilo inca.

¿Cuál era su función? En términos generales puede considerarse un lugar solemne de gran relevancia, incluso se ha especulado con que se trata de un mausoleo real en el que conservaban momias.

Al contrario que los faraones egipcios, los emperadores incas no se preparaban para una resurrección después de la muerte, si no que accedían a otra forma de vida en la que continuaban ejerciendo el poder sobre los asuntos del día a día.

Las momias se alimentaban y cuidaban, además de incluirse como invitadas de honor durante importantes rituales y ceremonias de sacrificio, en las que los sumos sacerdotes ofrecían solemnes metales preciosos o en las ocasiones de mayor relevancia, las vidas de niños. No existía mayor ofrenda.

Canales de agua

Pachacútec eligió este lugar ritual por encontrarse muy cerca de los dioses. Sin embargo, para que fuese viable debía sustentar a un máximo de mil personas y estas personas necesitarían agua.

Situada a 2450 metros de altitud sobre una cresta de montaña, Machu Picchu se encuentra muy por encima de la fuente más obvia, el río Urubamba, que serpentea unos vertiginosos 450 metros por debajo. Aun así, los ingenieros de Pachacútec descubrieron que a pesar del imponente paisaje, los dioses les proporcionarían el agua que necesitaban.

Los incas no contaban con los beneficios de las imágenes por satélite, de haberlo hecho, habrían visto que el milagro de sus dioses eran en realidad dos fallas geológicas, inmensas grietas o rupturas en el granito. En un momento dado la cadena de montañas situadas entre estas fallas se vino abajo hasta formar el emplazamiento de Machu Picchu.

Uno de los frentes de la falla es una colosal ladera de granito fracturado, que se encuentra a menudo envuelta en nubes. El agua de lluvia resultante baja en forma de torrentes por esta pared hasta acumularse y formar un manantial natural, de cuya existencia se percataron los ingenieros.

Para captar el agua, los incas construyen un enorme muro de más de catorce metros y medio de longitud, encajan las piedras de forma poco rígida, de tal forma que el agua se acumule detrás de la pared y se filtre de forma controlada hasta una gran pila. Incluso hoy en día, el manantial de los incas continúa funcionando.

Dado que Machu Picchu se encuentra a 749 metros del envase, los ingenieros de Pachacútec construyen un canal fluvial con piedra labrada diseñada de forma tan precisa, que el agua fluye a una velocidad constante sin apenas filtraciones.

Hicieran lo que hicieran, lo hicieron lo más eficientemente posible. No era un pueblo despilfarrador, ni un pueblo que desperdiciara el tiempo, la energía o los recursos. Lo hacían todo de la forma más rápida y eficaz posible.

Elevada en su propia terraza, el agua fluye a una tasa de hasta ciento cincuenta litros por minuto, evitando los campos de cultivo y los almacenes. Obviamente su primer destino es por diseño la fuente privada del emperador inca Pachacútec.

Había un chorro que caía hasta esta pila que tenemos abajo, no hay duda de que aquí la gente tomaba agua para beber y para bañarse. Los baños podían tener un carácter ceremonial o también ritual.

Se han cuidado todos los detalles en el diseño, las paredes están cubiertas de hornacinas y hay incluso un desagüe, que es un canal de agua labrado en el lecho sólido de la roca, con un pequeño puente que dejaron para que fluyera el agua.

Baño privado del Inca

El baño privado del emperador es sólo una de las dieciséis fuentes únicas labradas a mano. Desde aquí el agua se abre camino por la ciudad en perfecta sintonía con la piedra. No se ha pasado por alto ningún detalle, labraron los chorro de las fuentes de tal modo que el agua cayera alejada de la pared de la fuente para poder llenar las características jarras de los incas, llamadas aribayos.

Para los incas el agua era sagrada. Mediante el dominio del agua, Pachacútec hace gala de sus poderes divinos para controlar las fuerzas del planeta; y su ambición no termina aquí. En el punto más elevado de este emplazamiento urbano se encuentra el centro del eje sagrado de Pachacútec. El emperador controla la tierra, la piedra y el agua, ahora Pachacútec quiere dominar el sol.

Intihuatana

Dominando Machu Picchu se encuentra posiblemente su rasgo más importante, los canteros de Pachacútec han labrado esta forma abstracta de una sola pieza del lecho de roca. Aunque los expertos no pueden determinar con certeza cuál era el propósito de esta sorprendente escultura, su perfecta alineación con la geografía del entorno, proporciona tentadores indicios de su función. Yace en una línea de norte a sur que puede trazarse entre los montes Huayna Picchu y Salkantay, la cima más elevada de la región. Esta línea de norte a sur puede bisecarse mediante una línea de este a oeste trazada desde la propia escultura hasta el monte San Miguel.

Dos veces al año en los equinoccios solares, el sol se sitúa exactamente sobre la escultura sin proyectar sombra alguna, además sorprendentemente el propio pilar parece estar labrado para representar al menos dos de las cimas que lo rodean.

Todos estos puntos nos dirigen hacia una de las creencias más arraigadas entre los incas. Puede que los incas ataran simbólicamente al sol a este poste para evitar que se alejara demasiado durante los solsticios. Este es el Intihuatana o punto donde se amarra al sol.

Construcciones no terminadas

A pesar de los más de quinientos años de lluvias torrenciales, terremotos y corrimientos, esta cuasi perfección de Machu Picchu desafía toda lógica. Sin embargo, hay lugares en los que los ingenieros incas demostraron ser mortales. No muy lejos del punto donde se amarra al sol, el muro este del palacio principal se hunde en el suelo ¿Qué salió mal? No está construido sobre el lecho de roca, no habría ocurrido de haberse encontrado sobre el lecho de roca. El subsuelo está desapareciendo por lo que se está hundiendo gradualmente.

Una de las primeras excavaciones reveló que los cimientos de este gran templo parecían ser sólo tierra, lo que dejó a los estudiosos desconcertados. No se puede estar seguro de cuándo se produjo el fallo, pero no es típico de una construcción inca, así que puede intervenir otro factor. Es totalmente imposible que se vieran presionados para completar esta parte del proyecto y que decidieran ahorrar tiempo.

Si el problema se produjo durante la construcción ¿por qué no intentaron reparar los daños tal y como habían hecho en las terrazas? Hay quien especula que el derrumbe del templo tuvo lugar cuando los incas se enfrentaron a su mayor amenaza. Cincuenta y cuatro años después de que Pachacútec creara su imperio, un explorador salió en busca del nuevo mundo, su nombre, Cristóbal Colón.

En 1492 zarpó del pequeño puerto español de palos de la frontera hacia el Atlántico, descubrió América y abrió las puertas a los conquistadores españoles. Así que menos de cien años después de que Pachacútec fundara Machu Picchu, los conquistadores españoles armados con fusiles y montados a caballo destruyeron el imperio.

Sin embargo, peor y más catastrófica para los incas que cualquier ejército, fue una nueva enfermedad que trajeron consigo, la viruela. Murieron millones de incas y el imperio se desmoronó.

Este otrora bullicioso centro queda abandonado, el trabajo a medio acabar y las piedras a la espera de que unas manos las coloquen en su sitio. En la parte trasera del infortunado templo principal yacen enormes piedras cuyo acabado debía ser a todas luces menos tosco.

Abandono y descubrimiento

Con el desmoronamiento del imperio y sus líneas de abastecimiento, los incas abandonan Machu Picchu y la ciudad desaparece durante cuatrocientos años. Hasta que un arqueólogo estadounidense, Hiram Bingham, se abre camino entre la maleza y descubre unas murallas de piedra, Machu Picchu, la ciudad sagrada en el cielo de Pachacútec.

Concebida para impresionar a los dioses y sobrecoger a los simples mortales, la ciudad continúa representando su función.

No contaban con demasiada tecnología pero tan inteligentes como nosotros, simplemente tenían menos cosas en las que pensar, tenían menos herramientas con las que trabajar y menos materiales pero probablemente sabían más de la piedra de lo que jamás soñaremos conocer.

Machu Picchu es una de las mayores obras de ingeniería del mundo que perdura tal y como la concibió Pachacútec.

Los incas estaban brillantemente locos, hicieron cosas extraordinarias, cosas que nadie más habría considerado hacer como construir esta extraordinaria ciudad en lo alto de una cresta de montaña. Es un monumento imperecedero a la brillantez y al ingenio de los incas.

No sabemos exactamente como sortearon los trabajadores de Pachacútec todas estas dificultades pero sabemos que lo hicieron y Machu Picchu es la prueba.

Acabado o no, el lugar es una de las estructuras más asombrosas del planeta, canales que abastecen a la ciudad de un flujo de agua constante, una colosal subestructura a prueba de terremotos, terrazas de sustentación, pasarelas de piedra, plazas viviendas y templos. Un testamento de la ingeniería inca, de la capacidad para construir estructuras en los emplazamientos más hostiles y de un emperador decidido a reivindicar su lugar entre los dioses.

Machu Picchu es la herencia de nuestros antepasados, herencia que compartimos como una de las maravillas del mundo.

Jhoan Augusto Sosa Flores

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