Casa Hacienda de Yapatera – Monumento histórico de gran relevancia
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La Casa Hacienda de Yapatera, engastada como un rubí vetusto sobre un promontorio que da ingreso al corazón de lo que alguna vez fue un valle, un cacicazgo, una encomienda, una hacienda, una estancia, un distrito y, ahora, un disminuido anexo de Chulucanas.
Notable por la sobriedad del edificio, de líneas simples y rígidas, hecha con adobones seculares combinados con columnas de duros algarrobos. Sus clásicos patios solariegos en sus días de esplendor estuvieron bajo la sombra de buganvillas, ciruelas y follajes, amén de margaritas y chabelas. En sus amplias vivieron sus dueños, aunque también existieron ambientes destinados a bodegas, cuartos de la servidumbre y el cepo.
Historia de la Casa Hacienda de Yapatera
Esta casa tuvo sustantiva importancia por ser el recinto del poder de la clase terrateniente que gobernaba todo el inmenso valle de Yapatera. Yapatera fue un distrito hasta el año de 1936. Desde esa casa se nombraban autoridades y decidía la suerte de caseríos, hombres, ganados y productos pertenecientes al ancho territorio de sus dominios. Una importante parte de la historia del agro en el Alto Piura.
La antigüedad de la Casa Hacienda de Yapatera es finisecular (fines del siglo XIX) construida probablemente en el periodo 1871–1884 cuando adquirió la hacienda don Vicente Eguiguren, un hacendado de origen ecuatoriano y transmitida por herencia a los sucesores Checa Eguiguren. El material es de adobe hecho en el fundo La Antonia del mismo Yapatera.
Durante los años 30 del siglo XX se construyó un enorme molino de pilar arroz en la parte posterior, movido por un caldero y máquinas de vapor, instalado por Don Pedro Cornejo Tinedo, quien además lo jefaturó por varios años.
Arquitectura
La arquitectura de la Casa Hacienda de Yapatera es la de un rectángulo cuyos lados mayores miran al norte y sur respectivamente. En su frontis exhibe un patio a todo lo largo, encerrado por balaustres y pasarelas. La puerta principal de dos hojas permite el ingreso a varias habitaciones que se reparten en un cuadrilongo ahora lamentablemente incompleto, que daba paso a un ancho patio posterior, empedrado, donde llegaban y se desensillaban a los caballos o mulas de montar.
En el ala derecha de la casona nació el escritor Raúl-Estuardo Cornejo, quien revela detalles de la casa en su libro La aldea encantada. En esa misma ala, a la espalda de las habitaciones de los Cornejo, estaba un recinto destinado al cepo. Método medieval de tortura para ladrones, abigeos, bandoleros o alzados. El 12 de octubre de 1977, ese mismo sector, donde entonces funcionaba un puesto de policía, fue incendiado por una turba campesina que quiso castigar al comandante del puesto a quien consideraba abusivo. La turba quemó ahí la bandera y el escudo patrios.
Toda la casona tiene un techo de vigas de algarrobo y cañas bravas coronadas por rojas y grandes tejas lugareñas. Hoy, el tiempo y la falta de mantenimiento le han restado su antigua prestancia, y que, al ser monumento histórico, debe arreglarse de manera oportuna.
La Casa Hacienda de Yapatera actualmente es propiedad del Ministerio del Interior, donada por la Cooperativa Agraria Sinforoso Benites. Un Ministerio que debería hallar formas para su pronta restauración debido a que representa un monumento representativo de una época histórica de la provincia de Morropón.