Sierra peruana

Choquequirao – Recorre el camino Inca y conoce este sitio arqueológico

Choquequirao, su cielo es un manto de magia y misterio. Es el preámbulo para sumergirnos en unas ruinas que nos muestran un sincretismo de estilos arquitectónicos, cuyo fin era comunicarse con lo divino.

Sitio arqueologico de Choquequirao en Cusco
Sitio arqueologico de Choquequirao en Cusco

Choquequirao, imponente. Un centro religioso, político y social de origen inca ubicado a 3085 msnm, al pie del nevado Salkantay. Uno de los apus sagrados de este pueblo, en el límite de los departamentos de Cusco y Apurímac.

Se encuentra en una ladera montañosa que forma parte del sistema cordillerano del Vilcabamba, donde los Andes se transforman en selva y donde la vida natural es una impresionante y magnífica mezcla de colores, voces, ruidos y sombras que pululan durante el día y sobre todo en las noches.

Choquequirao (Chuqikiraw) está constituido por un lexema aymara, Chuqi significa oro precioso, que se impuso en el quechua sureño y kiraw en quechua, que significa cuna. Literalmente, es la cuna del oro.

Es un símbolo trascendental en la historia del Perú. El arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras afirma que Chuqikiraw es donde los pobladores del río Apurímac se refugiaron, últimos incas que salieron de la ciudad de Cusco después de la derrota de Manco Inca y resistieron durante cuarenta años a la invasión española.

¿Qué ofrece Choquequirao al viajero?

Para los viajeros es una parada obligatoria, a pesar de la enorme dificultad de acceso. Llegar a Choquequirao es una aventura que exige, la ruta más factible se inicia con un viaje desde Cusco hacia el pueblo de Cachora en Apurímac, donde nace un zigzagueante camino de 30 km. La travesía dura cuatro días de interminable andar, que puede ser intercalado con tramos montados a caballo o mula.

Se tiene acceso a Choquequirao a través de los poblados de Huanipaca, Huancacalle, Santa Teresa y Mollepata. Todo mediante caminos peatonales, pasando por los pisos ecológicos de la Puna baja y alta; y las faldas del nevado Salkantay.

Estando allí apreciaras cientos de andenes, habitaciones, sistemas de riego y como la naturaleza se expresa en este rincón del mundo.

Un camino lleno de variados climas y flora y fauna

La enorme variedad de climas posibilita la presencia de numerosas especies de flora y fauna, que convierten el entorno en un gran centro de interés para la comunidad científica e internacional.

Las cumbres de las montañas de Choquequirao son el territorio del cóndor andino. Su majestuosa silueta reina sobre estos cielos; es un símbolo evocador del esplendor del Tahuantinsuyo, de los quechuas y aymaras quienes lo consideraron sagrado y mensajero de los espíritus ancestrales. Hasta la actualidad, el cóndor continúa siendo símbolo representativo del Perú.

La vegetación y la riqueza ecológica del lugar terminan por seducir al turista. El ichu es el rey vegetal que domina la zona, además de los helechos gigantes y las orquídeas. Todas estas bondades hicieron que Choquequirao fuera el eje cultural y económico entre la costa y la sierra.

Características de Choquequirao

El monumento arqueológico de Choquequirao está conformado por nueve sectores dispersos con funciones diversas. Hanan o plaza superior de dos niveles, vecinos al acueducto principal; cinco colpas o depósitos de víveres; la plaza principal o huacaypata con sus fuentes; hurin o plaza inferior, donde se ubica el templo y los corrales de camélidos; el ushnu o plataforma ceremonial en el cual se puede ver un hermoso portal de doble columna. A estos se le deben añadir circuitos de acueductos; los barrios de viviendas reales y populares; dormitorios para mitimaes y personas en tránsito; y residencias para una población permanente de agricultores.

Así mismo, cuenta con miradores y el enorme sistema de ciento cincuenta andenes que nos recuerdan a los de Machu Picchu.

Las habitaciones por lo general son de dos pisos, tienen puertas y ventanas trapezoidales que están apiñadas de piedras unidas con barro. Las ventanas hacían las veces de intercomunicadores entre las distintas cámaras interiores, donde se depositaban ofrendas y fardos ancestrales. Los ventanales camuflados servían para observar el exterior, apuntan las teorías que fue un complejo militar.

Los restos arqueológicos se distribuyen en la parte descendente del cerro Choquequirao y se agrupan a manera de pequeños barrios, un tanto separados entre sí, siguiendo un probable criterio de función y rango social.

Historia

Los primeros registros históricos de Choquequirao nos llevan al año 1710, donde el explorador Juan Arias Díaz Topete hace referencia sobre una ciudad llamada Choquequirao. Menciona, “Entre frondosos bosques que cubrían estos muros incas, parecía imposible tan maravilloso lugar”.

Las primeras tareas de restauración no se iniciaron hasta 1993 y se impulsaron en 1999, gracias al plan turístico y cultural Perú UNESCO COPESCO. La investigación se orientó fundamentalmente hacia la implementación de excavaciones sistemáticas, además del interés de dar a conocer el lugar y habitarlo para expediciones turísticas. Todo esto con el financiamiento del gobierno francés por un cambio de deuda.

Se descubrió al lado oeste de la plaza principal de Choquequirao los andenes de la llama del sol, que fueron hechas en piedra blanca. Cada una tiene una altura de 1.30 metros y son veintitrés representaciones de llamas, una figura humana y bandas de color blanco sobre dieciocho andenes. Estos animales fueron sacrificio para sus apus durante las principales festividades y rituales en el Cusco.

A unos metros más allá del templo de Choquequirao, se encuentran las tiendas de los obreros que colaboran con las investigaciones. Más de uno se identifica con la tierra y sorprendentemente le rinden culto al sol, al agua y a los apus.

Luego de apreciar el amanecer en Choquequirao entre picos, nevados, colores, sonidos y su gente, vamos descubriendo esta ciudad andina de misterios escondidos. Miramos al cielo para decir gracias por lo que nos toca a nosotros, por ser nuestro Perú una de las civilizaciones más brillantes del mundo.

Jhoan Augusto Sosa Flores

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